Me aprietan los zapatos,
Ya me corte el pelo…
pero soy yo todavía…
A los seres inmortales:
Caminando por las calles de Lima encontré sobre el suelo un lapicero que decía:
Hotel Fantasía, saque del bolso la vieja libreta, esa que me acompaña en viajes y conoce mis viejos entuertos, dibuje en ella un sendero… en líneas punteadas (es que como todos tengo derecho al replanteo).
Ya cruzando la página entera… me acorde de Tatjana, Alejandra y María… busque en hojas pasadas y de ellas ya no quedaba nada… solo el maravilloso recuerdo de sus reflejos…
Ya bajo un árbol y con la libreta en el bolsillo, el lapicero en la mano derecha (es que con esa escribo) y el cerebro en pleno movimiento, entre dentro del cuarto de los reflejos…
Pase por la salita de flores de colores y recordé a Tatjana tan rubia dándome mi primer beso… tardecitas en la casita del árbol, comiendo nísperos y temiéndole a las alturas… la triste despedida, han pasado más de 20 años… y ahora somos un par desconocidas.
Alejandra… curiosa paloma que fue posarse en mi almohada, tan quieta… me trajiste la libertad entre tus alas y te llevaste al monstruo ermitaño… te fuiste como un soplido al oído… y de ti no me quedo ni el saludo…
Y María, mi amada María… camaleónica, me enseñaste lo que yo valía… de tu sexo y mi sexo… nos hicimos cómplices, de tu voz y mi voz aprendimos a callar (y hoy aun estamos en silencio)… de tu adiós y mi yo no quiero… te me fuiste… y te quise borrar…
Pero hay marcas en la piel, en la mente, el corazón que no se borran, que jamás se borraran, solo aprendes a convivir con ellas y de tanto sentirlas se hacen tan tuyas…
Ya con tres décadas en el cuero y algunas huellas en el ceso, recién aprendí el camino de regreso, saque mi visa por treinta días cogí mi libreta, el lapicero y la osadía y compre mi boleto a fantasía…
Nos vemos, que por ahora estoy de regreso… No te preocupes María que ahora ya conozco el camino de salida… dame la bienvenida a la vida…
atentamente,
in (pero felíz)